Niños Inseguros
El Método de la Recompensa vs.
el Método de la Cooperación y la Responsabilidad
© Roberta Maso-Fleischman, Ph.D.
Somos padres y educamos a nuestros hijos. El educarlos significa que internalicen ciertas normas, las cuales van a ayudar a que nuestros hijos se conviertan en un seres sociales, útiles y productivos y que la familia a la cual pertenecen funcione bien.
Queremos que nuestros hijos acepten e internalicen ciertos valores, o sea, que acepten adoptar ciertas conductas positivas como, por ejemplo, acostarse a cierta hora, hacer las tareas asignadas por el colegio, recoger el dormitorio, cepillarse los dientes, ducharse, ser ordenado con su ropa y sus juguetes, etc.
Como siempre, hay distintas maneras para lograr esto. Una manera es buscar la cooperación de nuestros hijos, hacerlos sentir que son parte de un grupo que los quiere, la familia; que los valoramos como personas; y que para que la familia este contenta y funcione bien es importante que ellos cooperen y asuman ciertas responsabilidades. Otra manera de lograr que ellos cumplan con ciertas tareas es utilizar la recompensa.
El método de la cooperación y responsabilidad requiere tiempo, paciencia, interés y esfuerzo por parte de los padres. Requiere que los padres piensen en su familia como en un equipo, un grupo, donde todos tienen un rol que cumplir, donde todos los roles son igualmente importantes, donde cada persona en este equipo es valiosa y su cooperación necesaria para lograr el bienestar de la familia. Y en la medida en que los miembros de esta familia crecen y florecen así mismo progresa la familia y viceversa.
La recompensa, en cambio, es un método que no implica mucho esfuerzo por parte de los padres. Los padres fiscalizan y otorgan la recompensa. La recompensa como el castigo, son instrumentos del sistema autocrático. E, igual que el castigo, la recompensa es cómoda, práctica, rápida y efectiva para controlar la conducta de nuestros hijos. Además, como la recompensa en si se trata de algo placentero y agradable, esto hace que este método sea considerado muy aceptable y por esta razón sea utilizado con mucha frecuencia.
¿Pero qué ocurre cuando premiamos o recompensamos la conducta de nuestros hijos?
Primeramente, nuestros hijos cumplen con la conducta únicamente para obtener el premio o recompensa prometida. En otras palabras, estamos acondicionándolos a que actúen "bien" únicamente para recibir la recompensa. No los estamos educando a comprender e internalizar el valor de la "buena" conducta, o porqué esta conducta es beneficiosa para la convivencia. o para ellos como personas.
Les estamos enseñando que su conducta positiva tiene un precio y nosotros estamos dispuestos a pagar por ella. Como indica Rudolf Dreikurs, con el método de la recompensa la actitud de materialismo crece monstruosamente, no hay forma de satisfacer su apetito de adquisición. Se ha establecido un valor totalmente falso, pues el niño asume que el mundo le debe. Y no solo esto, sino que cuando el niño no recibe una recompensa de acuerdo a lo que él esperaba o estimaba, esto lo va a llenar de rabia o tristeza.
Es importante aclarar que en el método de la cooperación y responsabilidad también existe una especie de recompensa. La recompensa en este caso está en la sonrisa de aceptación de la madre cuando el hijo asume y cumple con alguna responsabilidad; la mirada orgullosa del padre; el sentirse a la par con los hermanos mayores; el sentirse como un miembro valioso y querido de la familia; el sentir que pertenece y que es querido.
Veamos unos ejemplos:
Los Hijos de Margarita
Margarita tiene 4 hijos entre los 7 y 11 años. Margarita trabaja medio día, o sea que, en la tarde, cuando los niños regresan de su escuela, ella está en la casa. Margarita tiene una bombonera, llena de chocolates de diferentes marcas. Si los niños han comido bien, ella les reparte chocolate. Al terminar las tareas de la escuela, ella les da chocolate.
Por las mañanas, a los que han ordenado su cama les da chocolate. Cuando sale al supermercado siempre anda buscando marcas nuevas de chocolatitos para colocar en la bombonera. El esposo de Margarita está muy contento con ella y como funcionan las cosas en su familia.
Como animalitos de laboratorio, los hijos de Margarita trabajan para la recompensa. Y algunos de Uds. dirán, "Pero si funciona, ¿porqué no?" Porqué con este método los niños están aprendiendo que cada tarea o responsabilidad tiene un precio y van a asumir la responsabilidad si hay retribución. Este método refuerza lo individual y no el sentido de grupo o de familia.
Las responsabilidades se asumen por la recompensa y no porqué el vivir en familia requiere que cada uno coopere con la familia y asuma sus responsabilidades.
Los Hijos de Pedro y Adriana
Pedro es hijo único y Adriana proviene de una numerosa familia donde todos colaboran y se ayudan. Desde novios, cuando hablaban de tener familia, Adriana y Pedro estaban de acuerdo que querían crear el mismo ambiente que existía en la familia de Adriana.
Los primeros hijos de Pedro y Adriana fueron Juan y Felipe, con un año de diferencia. Desde un inicio Pedro y Adriana se tomaron el tiempo de enseñarles a sus hijos a guardar sus juguetes y luego a ordenar su habitación. Felipe, el que nació de último, era más lento y un poco más rebelde. Así que sus padres esperaron que él, a su manera y discutiendo, cumpliera con sus tareas.
Desde el principio, cada vez que cada uno de los niños cumplía con lo esperado sus padres lo felicitaban, o lo miraban complacidos. Los niños se sentían tomados en cuenta, estimulados y deseosos de agradar a sus padres. Y Felipe sabía que sus padres estabn dispuestos a escucharlo cuando el no estaba de acuerdo con alguna tarea.
A medida que fueron creciendo Pedro y Adriana les explicaron que todos en la familia tienen cosas que hacer y revisaron cuales eran las tareas de cada quién. Felipe cumplía con sus responsabilidades pero seguía haciéndolo a su manera, seguramente para diferenciarse de su hermano mayor. Cuando Felipe tenía 5 años nació Elena.
El criar a Elena resultó tan fácil para Pedro y Adriana que se reían sorprendidos. Elena se insertó fácilmente en el ambiente de cooperación, de estimulo y de responsabilidad que ya existía en la familia. Y Felipe, sorprendió a sus padres al demostrar un gran afecto por su hermanita y un gran deseo de cuidarla y de jugar con ella.
El Castigo
© Roberta Maso-Fleischman, Ph.D.
El castigo puede ser corporal (una zurra, una pela, una cachetada, unas nalgadas, unos correazos) o puede ser la prohibición momentánea de algo placentero (la televisión, un juego electrónico o jugar afuera). Lo importante para los que castigan es que el castigo sea algo que le duela al niño.
Hay que admitir que el castigo es un método rápido, seguro y efectivo para disciplinar a un niño.
Pero reflexionemos en lo siguiente:
El castigo da validez al temor, al dolor, a la intimidación y a la violencia como métodos aceptables para la resolución de conflictos.
El castigo crea:
sumisión - el niño siente miedo
rebeldía - el niño siente rabia hacia la figura de autoridad por su poder.
El castigo excluye otro tipo de comunicación entre padres e hijos. Como, por ejemplo, una comunicación que permita una verdadera comprensión de la situación y ayude al niño a encontrar alternativas
A menudo, través del castigo damos rienda suelta a nuestras propias frustraciones, las cuales tienen poco que ver con el niño que estamos castigando; de manera que el castigo resulta mucho más severo de lo que se merecía la falta cometida por el niño.
Si un niño ha sido castigado frecuentemente es probable que él también utilice el temor, el dolor, la intimidación o la violencia para controlar a otros.
Hay padres que castigan inmediatamente después del hecho, mientras que hay algunos que tratan de evitar el castigo y optan por hablarles a sus hijos y les aconsejan y aconsejan, y hablan y hablan sin mucho resultado y al final, ya cansados y desesperados, los castigan, y hay otros padres que a veces castigan y otras veces no, dependiendo de cómo se sientan en ese momento.
Vale la pena que nos preguntemos: ¿Porqué tenemos que educar a nuestros hijos utilizando el castigo? ¿Es que así nos criaron y estamos repitiendo costumbres sin reflexionar mucho en ellas? ¿Será que hay momentos en los cuales ya no aguantamos a nuestros hijos? ¿O quizás nos agarraron cansados? ¿O de tantos problemas que tenemos, la desobediencia de los hijos es uno de los pocos que sí podemos controlar, y lo hacemos a través del castigo?
Hay castigos que también causan miedo. Preguntémonos ¿porqué queremos que nuestros hijos sientan miedo? ¿Será que es más fácil controlarlos? ¿Será que cuando ellos sienten miedo nos sentimos poderosos?
Ahora bien, ¿es el castigo nuestra única opción para enseñar a nuestros hijos a respetar ciertas normas o habrán otras opciones?
La Importancia de la Ubicación del Niño en su Familia.
© Roberta Maso-Fleischman, Ph.D.
Todo niño, desde muy pequeñito, va buscando y estableciendo su lugar en su familia. Todo esto ocurre a nivel inconsciente, claro está. Ocurre mientras el niño come, juega, lo asean, lo visten, o cuando lo "apapachan" o lo "apurruñan" (¡que bien suenan estas palabras!), o cuando lo regañan;... y también ocurre mientras interactúa con sus hermanitos, con sus padres y con los demás que viven en su casa....
Al mismo tiempo que el niño se va ubicando en su familia él también se va haciendo una idea de quien es él para los demás en su familia. En otras palabras, se va haciendo una idea de que significa él para los otros. Piensa que algunos lo quieren mucho y, a lo mejor, otros no lo quieren tanto. Asimismo se va imaginando las razones porqué lo quieren. Quizás porqué es obediente, o porqué es divertido. Y en base a todo esto él construye su identidad.
Ahora bien, la ubicación del niño en la familia y el sentido de quien es él a veces cambian durante la infancia. Esto puede ocurrir con el nacimiento de un hermanito o con otro evento importante en la familia.
Déjenme explicarles lo arriba expuesto por medio de un ejemplo.
La Familia Rodríguez
Conozcamos a la familia Rodríguez. Luisa (24) y Esteban Rodríguez (26) son profesionales, ambos contadores públicos y los dos trabajan. Nace Marianela, la primera de cuatro hijos. Es una niña con un alto nivel de energía, simpática y muy despierta. Es el centro de atención de sus padres. Para Marianela es fácil captar y entender los deseos de sus padres con respecto a ella; ellos sueñan con una niña independiente, estudiosa y atlética y Marianela empieza a mostrar algunos de estos rasgos en su pequeña persona.
Mientras no hay otros hermanos, Marianela se ubica en el puesto de "hija única", adorada por sus padres porqué ella es justo la niña que querían. Los Rodríguez se sienten muy orgullosos de su primera hija. Es una relación muy grata para los tres a través de la cual todos reciben mucho amor.
Cuando Marianela tiene 3 años nace Miguel. El hecho de que es varón llena de alegría a los Sres. Rodríguez. Marianela empieza a demostrar dotes maternales y se convierte en la gran ayuda de la Sra. Rodríguez; de esta manera se une más a su madre. La Sra. Rodríguez ha recortado un poco sus horas de trabajo y se siente muy contenta de tener el apoyo de Marianela.
Durante sus primeros 2 añitos Miguel siempre fue un bebé muy pacífico y contento, con pocas exigencias. El nacimiento de Miguel coincide con ascensos en el trabajo para el Sr. Rodríguez y las demandas de su trabajo aumentan.
El ya no tiene tanto tiempo para disfrutar del crecimiento de sus hijos. Miguel crece dependiendo mucho de Marianela. Ella se convierte en líder y él en seguidor.
Después de cumplir 2 años, la Sra. Rodríguez se percata de que cuando Miguel da señas de cierta independencia o muestra su desacuerdo con Marianela, la niña se molesta mucho y trata de imponer su voluntad. Eventualmente el cede y se repliega.
Esto le preocupa un poco a la Sra. Rodríguez pero ella sale embarazada y es un embarazo difícil. Así que entre el embarazo, su trabajo de medio tiempo que todav?a mantiene, y los quehaceres de la casa, la relación entre Marianela y Miguel queda archivada en su mente.
Veamos que ha pasado con Marianela durante este período y como se desarrolla Miguel. Marianela tiene que reubicarse un poco por la presencia de Miguel. Ya no es hija única, pero se ubica en el lugar de "hija preferida", y esto es relativamente fácil. Su padre la adora y el poco tiempo que pasa con sus niños prefiere pasarlo con Marianela que con Miguel a quien encuentra demasiado apacible.
Y la Sra. Rodríguez aprecia aún más a Marianela porqué se ha vuelto útil y vela por su hermanito. Pero Marianela, además de velar a su hermanito, también está desarrollando cierta habilidad para controlarlo y someterlo.
Durante este período Miguel parece haberse ubicado en el lugar de "el niño que no molesta". Su padre está muy ocupado y cuando están juntos Miguel no logra entender si su padre lo quiere o no. Su madre, en cambio, sí lo quiere pero parece muy cansada. Y él se pregunta, "¿Será que yo la canso? Mejor me quedo tranquilo y no la molesto demasiado y así me querrá más." Su hermana Marianela lo cuida mucho y lo quiere, siempre y cuando él haga lo que ella quiere.
El siente que no puede oponerse a Marianela, ella es más fuerte y más ágil que él...además él siente que perdería su cariño.
Nace Isabel, la tercera. Ella es una niña inquieta, que llora mucho y requiere mucha atención. La Sra. Rodr?guez deja de trabajar para dedicarse más de lleno al cuidado de Isabel. Marianela, ya con 6 años, entra al primer grado y es muy buena alumna, atenta y responsable. Miguel entra al Maternal y luego al Jardín de Infancia.
Es un niño que tiende a pasar desapercibido. Ahora Marianela pasa menos tiempo con Miguel pero cuando están juntos su interacción con él sigue igual: ella líder y el seguidor. El Sr. Rodríguez, como siempre, ve a sus hijos más que todo los fines de semana. Marianela le brinda enorme satisfacción y él la adora.
Pero cuando se fija en Miguel siente cierta desilusión y cierta frustración. "¿A quién se parecerá este niño? ¿Es que es poco inteligente y por eso es tan apacible?" se pregunta el Sr. Rodríguez. Pero entre la preocupación de su trabajo, algunos compromisos sociales con sus amigos, la nueva casa que están a punto de comprar, la salud de Isabel y su esposa, muy pronto deja de pensar en Miguel y más bien trata de pensar en Marianela que le produce tanta alegría.
Marianela mantiene su lugar de "hija preferida". En su casa ella se siente segura y querida. Su atención y su energía empiezan a volcarse poco a poco hacia la escuela. Se adapta fácilmente al ambiente escolar y empieza a resaltar. Sus padres se enorgullecen de ella.
Miguel, en cambio, no se siente muy seguro. Su mamá está muy ocupada con Isabel, "¿Será que quiere a Isabel mucho más que a mí?" se pregunta. Marianela está muy contenta con su escuela y juega menos con él, aunque él trata de complacerla en todo.
Según Miguel ella ya no lo quiere tanto como antes. Su padre pasa menos tiempo en casa, y a estas alturas Miguel llega a la conclusión que su padre no lo quiere.
No le gusta mucho el Jardín de Infancia, pero hay un niño más grande que el resto que se parece un poco a Marianela y con quien se siente bien. El sigue en su lugar de "niño que no molesta", un poco más solitario, y no se atreve o no sabe como salirse de ese lugar.
Pasan 3 años y Marianela ahora tiene 9 años, es muy buena estudiante y excelente atleta. Miguel tiene 6 años y entra a primer grado, es un niño que no parece tener ninguna destreza en particular, sigue apacible, en la clase habla poco y es un estudiante mediocre.
A la hora del recreo él busca la compañía de los 2 niños más grandes de su clase. La salud de Isabel ha mejorado, pero su coordinación no es muy buena todavía y a menudo tropieza o se lleva algo por delante y la madre tiene que acudir a curarle sus heridas y a consolarla.
Isabel sigue muy unida a su madre. La Sra. Rodríguez sale nuevamente embarazada y nace Esteban. Esteban es un niño alegre, risueño, juguetón, con un alto nivel de energía y se convierte en el bebé adorado de todos.
A medida que crece Esteban el Sr. Rodríguez descubre en él el hijo varón que siempre ha deseado y esto lo llena de alegría. Se han mudado por tercera vez y esta vez la casa que han comprado es muy amplia y la Sra. Rodríguez se siente muy orgullosa de su nueva casa y su jardín.
Al poco tiempo de haber nacido Esteban, enviudece la madre de la Sra. Rodríguez y ella se muda a vivir con ellos. Mamábuela, como la llaman sus nietos, se adapta bien a su nueva realidad, disfruta de la compañía de Marianela, Isabel y Esteban, pero Miguel la preocupa y la llena de tristeza el verlo solo, silencioso y con poca emoción ante la vida.
Marianela sigue ocupando el lugar de "hija preferida" y fuera de su familia logra conquistar el lugar de "excelente atleta" y "excelente estudiante". Se siente segura del amor de sus padres y de su mérito como persona. Su mundo se sigue ampliando y éste incluye amistades nuevas y actividades fuera de la familia.
El nacimiento de Esteban la llenó de alegría y ella, al igual que sus padres, sueña y espera de Esteban grandes cosas. Está demasiado ocupada como para jugar mucho con Miguel. Con respecto a Isabel, la ayuda y la cuida cuando su madre se lo pide, pero está muy contenta de tener su propia habitación y no tener que compartirla con su hermanita, como tienen que hacer algunas de sus amigas.
Con todo el alboroto a causa de Esteban, Miguel siente que lo quieren aún menos. Solo en su habitación empieza a imitar a personajes que ve en la televisión, se divierte con eso y a ratos olvida a su familia.
En la escuela él se siente un poco mejor porqué Antonio y Juan, los niños más grandes de su clase, lo incluyen a veces en sus juegos, cuando está con ellos él imita a ciertos personajes y él les parece muy chistoso; al principio esto lo sorprende, pero le gusta y lo motiva a seguir imitando a otros personajes.
Con la llegada de su abuela él siente un cambio en su casa. Mamábuela parece estar muy interesada en él, lo busca, quiere hablar con él y parece que lo quiere, pero no está muy seguro. Empieza a inquietarse porqué no está acostumbrado a que lo tomen mucho en cuenta.
Mamábuela se extraña un tanto de que su yerno y su hija no hayan actuado más enérgicamente en confrontar esa actitud tan desinteresada y poco bulliciosa de Miguel, es casi como si no quisiera que se fijaran en él, pero entiende que las presiones de la vida diaria y la crianza de cuatro hijos es mucho para una pareja.
Se propone ayudar a Miguel que tiene ahora 7 años y esto la hace sentir que alguien la necesita y que es útil nuevamente. Piensa que llegó a vivir a esta casa en un momento muy oportuno.
Mamábuela descubre que cuando Miguel está solo en su habitación él imita a personajes y lo hace muy bien, se llena de emoción y parece otro niño. Se propone descubrir qué otras facilidades o dotes tiene Miguel y apoyarlo para que las desarrolle. Habla con su hija y con su yerno y les comunica sus "descubrimientos" respecto a Miguel.
Ellos se llenan de curiosidad. La Sra. Rodríguez, en especial, se llena de alegría y siente un gran alivio porqué siente que su hijo va a encontrar una manera de expresarse. El Sr. Rodríguez tiene que hacer un esfuerzo para aceptar esta nueva faceta de Miguel, "¡Ahora tengo un hijo payaso!" piensa.
Le gustaría más si se pudiera destacar como atleta, como buen estudiante, como Marianela. Pero tiene que admitir que Miguel imita muy bien y es muy divertido.
Por su parte, Marianela, está sorprendida y a la vez muy contenta al ver que su hermano Miguel tiene esa facilidad para entretener y hacer que la gente pase un rato agradable, ella también quisiera ser así.
Visión general de los niños Rodríguez
A través de la familia Rodríguez hemos visto como los niños se ubican en una familia. Asimismo vimos como ciertas ubicaciones en la familia son positivas y promueven un crecimiento relativamente sano, mientras que otras ubicaciones pueden ser negativas.
La familia Rodríguez, además, nos demostró como cuando un niño desarrolla una posición negativa en su familia y no puede reubicarse, es necesario que algún adulto (padre/madre/maestro/familiar/consejero) lo ayude a efectuar un cambio a una posición más sana. Veamos a continuación un resumen de la ubicación de cada uno de los niños Rodríguez y la consecuencia de estas ubicaciones.
Marianela, la "hija preferida", bien dotada física e intelectualmente, y con el amor de ambos padres, florece y progresa.
Hay un corto período donde demuestra ser controladora y dominante con Miguel a quien percibía como posible competidor, pero esa conducta desaparece con su integración en la escuela y al ser exitosa en ese ámbito.
Y cuando se descubre en la familia que Miguel tiene un don especial, ella se enorgullece de él. Se puede concluir que para Marianela le fue fácil ocupar el lugar de hija preferida y mantenerlo. Este puesto le brindó seguridad y valorización de si misma y le ayudó a conquistar el mundo exterior.
Miguel, el "hijo que no molesta", se escuda en su tendencia natural de ser tranquilo, apacible. Pero esta posición brinda pocas recompensas.
Su padre no lo toma en cuenta. Su madre, que lo quiere mucho, le gusta que Miguel se vea aparentemente "contento", así puede dedicarse, sin muchos sentimientos de culpa, a su embarazo difícil y luego a cuidar a Isabel.
Así, Miguel, el "hijo que no molesta", crece un tanto solitario, con poco amor, con poco ánimo de competencia, buscando la iniciativa ante la vida no en si mismo sino en otros un poco más grandes que él, su hermana primero y sus amiguitos luego.
Afortunadamente, en sus ratos solitarios desarrolla una aptitud para imitar y entretener a otros. Y fortalecido por el interés y el apoyo de su abuela va a lograr un cambio y ocupar un lugar en la familia donde recibe la atención y el amor de su madre y su hermana mayor y logra despertar el interés de su padre.
Esta dosis de atención y amor le permitirá aumentar su seguridad en si mismo y, de esta manera, explorar y desarrollar otras aptitudes que hasta el momento permanecían ocultas.
En cuanto a Isabel, su lugar parece ser el de "bebita". A través de sus continuos malestares cuando era bebé llegó a acaparar la atención de su mamá.
Pero una vez que Isabel camina su madre, paulatinamente, trata de separarse un poco de ella, esto angustia a Isabel, que descubre que a través de sus pequeños accidentes recobra la atención total de su madre. Es posible que al ingresar al maternal, al Jardín de Infancia y luego a primaria, y al estar expuesta a otros estímulos esta conducta desaparezca.
Pero si persistiera hace falta que alguien le brinde una ayudadita a Isabel para buscar otro significado para si y no el de "niña que obtiene la atención de los demás a través de percances." Esto sería una vida muy triste. Seguramente hay mucho potencial en Isabel que ella tiene que descubrir y aprender a utilizar.
Esteban, como Marianela anteriormente, va a ocupar el puesto de "hijo preferido" y con la gran dosis de amor de sus padres, su abuela y su hermana mayor va a ser fácil para Esteban desarrollar sus fortalezas intelectuales, físicas y emocionales.
¿Es mi hijo una persona insegura?
La seguridad en uno mismo no es una cualidad innata que poseen algunas personas. Más bien es una consecuencia del nivel de autoestima conseguido. ¿De qué factores depende la autoestima en un niño?¿Cómo podemos los padres incrementar el nivel de autoestima de nuestros hijos?
Es posible que hayas notado que tu hijo, de pocos años, se comporta de forma insegura: no se atreve a hacer algunas cosas él solo, le cuesta relacionarse con otros niños, no consigue progresar en sus primeros aprendizajes escolares, se rinde al primer intento, tiene un sentido del ridículo muy acentuado... Aunque quizás tu hijo es muy pequeño todavía, seguramente te preguntarás si puedes hacer algo para conseguir que viva las cosas sin pasarlo tan mal, de una manera más libre y espontánea. La respuesta es sí.
Los padres podemos ayudar a nuestros hijos a tener más seguridad y confianza en ellos mismos.
La seguridad en uno mismo es fruto del convencimiento de que se tiene capacidad suficiente para manejar algunas situaciones con éxito y que se puede ofrecer algo valioso a los demás. Esta seguridad es consecuencia de lo que se ha convenido en llamar autoestima.
La autoestima es lo que cada persona siente hacia sí misma, la medida en que le agrada su propia persona. Tener autoestima significa saber que eres valioso y digno de ser amado.
Valioso porque eres capaz de resolver algunas situaciones con éxito y por lo tanto puedes estar a la altura de los demás, y digno de ser amado porque eres una persona y por lo tanto tienes derecho a ser amada de manera incondicional, dicho de otro modo, sabes que tienes personas a tu alrededor a las que realmente les importas.
Nótese que se trata de que el niño se sienta valioso y querido, no del hecho objetivo de que tenga cualidades o habilidades sobresalientes o de que haya personas que le quieran. Puede ocurrir, y de hecho ocurre, que un niño con suficientes habilidades y con unos padres que le quieren no perciba estas realidades y se sienta inseguro y poco digno de ser amado.
Se puede decir que cada reacción de los demás añade o quita algo de lo que el niño siente sobre su valía. Y puestos a valorar, es necesario saber que las reacciones de las personas que rodean al niño son más importantes que la posesión o ausencia de cualquier habilidad o defecto concreto.
La autoestima se construye a partir de las propias comparaciones con los demás y de acuerdo con las reacciones de los demás hacia él.
La imagen de sí mismo, que empieza a construirse durante la infancia, y el grado de complacencia que le produce esta imagen son dos realidades que se irán modificando a lo largo de toda la vida en función de las nuevas experiencias, de la propia conciencia y de las nuevas reacciones que tengan los demás.
Las reacciones de las personas que son más importantes para el niño desde un punto de vista afectivo (padres, familiares, profesores o amigos), son las que producen más impacto en su autoestima.
Estas personas actúan como espejos en los cuales el niño ve reflejada la imagen de sí mismo y, a través de ellas, se va conociendo y va percibiendo el grado de aceptación y aprecio que producen sus actuaciones y su propia persona. Es como si la imagen que ve reflejada apareciera distorsionada por los sentimientos y expectativas de la persona-espejo.
Si los sentimientos son positivos, el niño recibirá un reflejo que le gustará, con el que se sentirá bien y que ayudará a aumentar su autoestima. Si los sentimientos son negativos, el reflejo que verá será feo, sin valor y no merecedor de cariño. Ese reflejo le causará dolor, rabia y provocará el rechazo a su propia persona y el descenso de su autoestima.
Por eso, son las personas afectivamente más cercanas al niño, las que más pueden influir y potenciar el crecimiento de la autoestima.
Aunque la realidad no lo permite, vivamos por un momento la ficción de un acontecimiento de dos maneras muy diferentes. Vamos a imaginar a un niño, que hace pocas semanas que ha comenzado la escuela primaria, al que su profesora le ha felicitado por un trabajo muy bien hecho y se lo ha dado para que se lo enseñe a sus padres.
Ficción 1
"Por suerte cuando llegó a casa encontró ya a su padre. Muchos días a estas horas aún no había vuelto de trabajar. Estaba leyendo un periódico con mucha atención.
- ¡Mira papá! - Exclamó desde la puerta mientras corría hacia él - la señorita me ha dicho que te lo enseñe.
- Muy bien, felicidades, así me gusta, espero que sigas así. - Contestó su padre con una sonrisa, después de echar una ojeada al trabajo y mientras que con una mano sujetaba el periódico cerrado pero manteniendo con el dedo la página que estaba leyendo.
Después de acariciarle el pelo, le animó a ir a merendar y a dejar la cartera a su cuarto. Por su parte él volvió a sumergirse en el periódico."
Ficción 2
"Por suerte cuando llegó a casa encontró ya a su padre. Muchos días a estas horas aún no había vuelto de trabajar. Estaba leyendo un periódico con mucha atención.
- ¡Mira papá! - Exclamó desde la puerta mientras corría hacia él - la señorita me ha dicho que te lo enseñe.
- Es un trabajo estupendo, -contestó su padre con una sonrisa mientras dejaba el periódico y observaba con atención el trabajo - hay diez problemas y todos te han salido bien, aunque veo que en este y en este tuviste que borrar.
- Sí, eran muy difíciles, pero los pensé más y a la tercera vez los tenía bien y la seño no me riñó cuando no lo sabía y me lo explicaba.
- Esto que me explicas sí que me da alegría, - comentó su padre con cara de escuchar el detalle más importante de la historia - aunque te salían algunos problemas mal no te has desanimado ni te has enfadado y te has seguido esforzando hasta que lo has conseguido. Estoy contento porque te has portado como un valiente. ¿Estás contento?
- Claro - contestó con una sonrisa que no podía ser más grande.
- Vamos a enseñárselo a mamá - propuso el padre - verás que contenta se pondrá.
Mientras tanto el periódico se quedó solo en un rincón del sofá."
¿No es cierto que la reacción del padre en la primera ficción refleja una aceptación y un valor muy diferentes del de la segunda ficción? ¿Cuál de los dos papás-espejo contribuiría a aumentar la autoestima del niño?
Es muy importante tener en cuenta que la percepción que tienen los niños de las reacciones de sus padres no se alimenta exclusivamente de las palabras que dicen. Ni mucho menos. Los niños se dan cuenta de todo y valoran las actitudes que acompañan a las palabras, la atención sincera, la honestidad de los sentimientos y la verdad que esconden. La exageración, por ejemplo, le hace sospechar que le están engañando, que más que un espejo es una película, y ello le hace desconfiar de los sentimientos.
José María Lahoz García
Pedagogo (Orientador escolar y profesional),
Profesor de Educación Primaria y de Psicología
y Pedagogía en Secundaria