Fracaso y Retraso Escolar

Fracaso y Retraso escolar, motivación del aprendizaje

 El fracaso o dificultad escolar es un retraso constatado en el aprendizaje escolar en un niño en el que aparentemente no hay un motivo que lo justifique, de al menos dos años con respecto a sus compañeros. Hay ocasiones en que el niño, aún no teniendo retardo ni fracaso escolar, se esfuerza por debajo de su capacidad intelectual.

Aunque hay muchos niños que tienen un ligero o moderado retraso en el aprendizaje, en muchos de esos casos existen causas que pueden justificar dicha dificultad, como enfermedades de base (algunas de ellas tan comunes como los defectos de la vista) o problemas en el entorno social o familiar que les impiden rendir al mismo nivel que sus compañeros.

Causas de fracaso escolar

Hay muchas causas que pueden provocar un retraso o un fracaso escolar. Entre ellas se encuentran los trastornos cognitivos (como la inteligencia límite), los trastornos del lenguaje (retraso simple, dislalia), trastornos de la psicomotricidad (como la hiperactividad) u otros trastornos como la dislexia, discalculia o disgrafia.

A veces el niño tiene algún problema de visión o audición (aislados o asociados a enfermedades), problemas familiares, sociales o afectivos relacionados con episodios de estrés (cambio de domicilio o de colegio) o de otro tipo.

A veces un fracaso escolar puede esconder una fobia escolar.

Otras veces existen cuadros de disarmonía evolutiva, en los que el niño no tiene un desarrollo cognitivo de forma armónica, y unas capacidades se le desarrollan antes que otras, con poca integración del intelecto, personalidad u otras facetas. Esta disarmonía le puede condicionar grandes problemas de atención, concentración y aprendizaje.

Algunas enfermedades orgánicas pueden producir cuadros con poca o casi nula sintomatología que sin embargo repercute muy negativamente en el desarrollo cognitivo del niño o en su capacidad para escuchar o concentrarse, como algunas enfermedades del metabolismo o algunas formas muy sutiles de epilepsia.

Sin embargo, para hablar de un fracaso escolar como proceso en sí mismo, es necesario que el niño no tenga ninguna causa conocida que sea la que está produciendo dicho fracaso.

Qué síntomas produce

Para considerar a un niño dentro de este epígrafe no debe tener ningún problema o enfermedad de fondo conocidos que pueda justificar el retraso ó fracaso. A veces se llega al diagnóstico de determinados cuadros precisamente porque el niño presenta un cuadro de retraso o fracaso escolar que está originado en una patología, como un defecto de la visión o de la audición.

El retraso escolar sería aquél en el que el retardo es inferior a dos años. Este cuadro puede presentarse desde el inicio de la escolarización (se denomina primario) o posteriormente (denominado secundario). En los secundarios el niño va bien hasta que aparece un problema o desencadenante que da lugar al retraso o fracaso.

El fracaso escolar se puede manifestar de varias formas, como que no pase de curso, muestre poco interés por el colegio, presente trastornos del comportamiento (especialmente en el colegio o durante la época escolar), o que presente síntomas compatibles con ansiedad o depresión (también con predominio en los meses escolares). Otra de las posibles manifestaciones es en forma de fobia escolar.

Cómo se diagnostica

Ante un fracaso o retraso escolar el papel del pediatra es muy importante como coordinador del proceso de búsqueda de causas y como orientador en caso de poder localizar el motivo que está provocando este cuadro que tanto suele preocupar al entorno familiar del niño e incluso a él mismo en la mayoría de los casos.

A través de la historia clínica y la exploración física detallada el pediatra tratará de buscar antecedentes, datos, signos y síntomas de problemas que puedan estar de fondo y que estén condicionando el cuadro de retraso o fracaso. En la exploración (ó exploraciones) el pediatra valorará detenidamente la capacidad de visión, audición y neurológica en general del niño. Valorará también aspectos de su capacidad cognitiva e intelectual.

Esta parte de la consulta o de las sucesivas consultas es fundamental ya que permite orientar las posibles pruebas diagnósticas a realizar en el niño. El problema reside en que no hay ninguna prueba diagnóstica que por sí sola ayude ni al diagnóstico ni al estudio de la causa de un fracaso escolar. Cualquier prueba es susceptible de ser realizada siempre que se encuentre un indicio que oriente el cuadro en una dirección.

En ocasiones puede ser necesaria una valoración psicológica o incluso psiquiátrica en función de las posibles causas del cuadro.

Cómo se trata

En caso de que exista una enfermedad o proceso de base en general es suficiente con tratar este. En función del grado de repercusión sobre el desarrollo e intelecto del niño variará el pronóstico. En la mayoría de los casos en los que hay una enfermedad se asocia un retraso recuperable una vez resuelto el cuadro de fondo.

En los casos en los que el retraso sea debido a un proceso reactivo o transitorio como un duelo por una pérdida, el niño recuperará el retraso una vez superado el cuadro (y siempre que se le preste el apoyo, ayuda o tratamiento necesario). En otras ocasiones puede que haya un proceso psicológico más profundo que requiera un diagnóstico y un tratamiento más específico, como por ejemplo un cuadro de ansiedad o depresión.

Cómo prevenirlo

Aunque a veces es muy difícil ya que la causa que lo motiva puede ser muy poco o nada evidente, el retraso o el fracaso escolar puede prevenirse al menos en parte cuidando una serie de aspectos, como: cuidando la salud física y psíquica del niño (es bueno que haga los deberes pero también que juegue y se relacione con otros niños), consultando por cualquier motivo de preocupación (como tristeza o decaimiento), y por último hablando periódicamente con los profesores o tutores y siguiendo la evolución del aprendizaje del niño, con implicación en ayudarle con la tarea, ejercicios, trabajos del colegio, etc.

El fracaso o retraso escolar son dos entidades complejas que requieren un análisis profundo y detallado de las múltiples posibilidades que pueden desencadenarlo. Muchas de las causas son tratables y muchos de los fracasos recuperables, por lo que la colaboración de la familia es muy importante.

MOTIVACIÓN DEL APRENDIZAJE

La motivación no es un problema exclusivo de la enseñanza y del aprendizaje. Está presente en todas las manifestaciones de la vida humana, condicionando su intensidad y su eficacia.

De diversas investigaciones se pueden sacar estas conclusiones:

a) Cualquier motivación es siempre mejor que ninguna.

b) La motivación positiva, por los incentivos de la persuasión, por ejemplo y por la alabanza, es más eficaz y provechosa que la negativa, hecha por amenazas, gritos, reprensiones y castigos. La superioridad de la motivación positiva sobre la negativa es evidente, tanto por el esfuerzo ahorrado como por la superior calidad de los resultados.

c) La motivación negativa, aunque eficaz hasta cierto punto (pero inferior a la motivación positiva), es antipsicológica y contraeducativa, transformando a los alumnos en inseguros, tímidos, cobardes, hipócritas y violentos; aunque atienda con alguna eficacia a los objetivos inmediatos de la instrucción, es perjudicial a los intereses más fundamentales de la educación, comprometiendo la formación saludable y armoniosa de la personalidad de los alumnos.

El aprendizaje como actividad personal, reflexiva y sistemática que busca un dominio mayor sobre la cultura y sobre los problemas vitales, exige de los alumnos:

a) Atención y esfuerzo sobre áreas nuevas de observación, de estudio y de actividad.

b) Autodisciplina, con el sacrificio de otros placeres y satisfacciones inmediatas, para realizar los estudios y cumplir las tareas exigidas.

c) Perseverancia en los estudios y en los trabajos escolares hasta adquirir el dominio de la materia de estudio, de modo que sea de utilidad real para la vida.

Para conseguir que los alumnos aprendan, no basta explicar bien la materia y exigirles que aprendan. Es necesario despertar su atención, crear en ellos un genuino interés por el estudio, estimular su deseo de conseguir los resultados previstos y cultivar el gusto por los trabajos escolares.

Ese interés, ese deseo y ese gusto actuarán en el espíritu de los alumnos como justificación de todo esfuerzo y trabajo para aprender.

Motivar es despertar el interés y la atención de los alumnos por los valores contenidos en la materia, excitando en ellos el interés de aprenderla, el gusto de estudiarla y la satisfacción de cumplir las tareas que exige.

El mecanismo de la motivación se desarrolla en tres etapas:

a) Aprehensión de un valor para sus vida y sus aspiraciones.

b) Los alumnos se convencen de que pueden conseguir ese valor.

c) Liberación del esfuerzo personal para conquistar el valor.

Distinguimos estos tipos de motivación:

1.- Negativa, con estos aspectos:

a) Física: castigos físicos, azotes, privaciones de salida, merienda o recreo.

b) Psicológica: palabras ásperas, persecuciones, guerra de nervios, desprecio, sarcasmo.

c) Moral: coacción, amenazas, reprensiones, humillaciones públicas, reprobación.

2.- Positiva, de dos clases:

a) Intrínseca: interés positivo por la materia en sí como campo de estudio y trabajo.

b) Extrínseca: interés resultante, no tanto de la materia en sí, como de las ventajas por ella ofrecidas, o del profesor que la enseña, o del método que el profesor sigue, o del grupo de alumnos a que pertenece.

Los principales factores de motivación son:

a) La personalidad del profesor, su porte, su presencia física, su voz, su facilidad, naturalidad y elegancia de expresión, su dinamismo, su entusiasmo por la asignatura, su buen humor y cordialidad junto con su firmeza y seguridad.

Importante también como factor de motivación es el interés que el profesor revela por las dificultades, problemas y progreso de sus alumnos, tanto en conjunto como individualmente. En fin, una personalidad dinámica, sugestiva y estimulante, con acentuadas características de liderazgo democrático.

b) El material didáctico utilizado en las clases: mapas, cuadros murales, proyecciones cinematográficas, vídeos, programas de ordenador, etc. en fin, todo lo que haga al asunto más concreto, intuitivo e interesante.

c) El método o las modalidades prácticas de trabajo empleados por el profesor: discusión dirigida, grupos de trabajo, competiciones, juegos, representaciones teatrales, organización y ejecución de proyectos, exposiciones de trabajos, excursiones para observar y recoger datos, experiencias de laboratorio, etc.

Luis Alves Mattos. Compendio de didáctica general (adaptación)

Con la autorización de Editorial Kapelusz.

 

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