Consejos sobre hijos problemáticos

Consejos para padres solteros o divorciados con hijos problemáticos

No se trata de hacer oídos sordos

Si usted es un padre que es soltero, divorciado o que está separado, el criar a un adolescente presenta un sinnúmero de otros retos.

Si sabe o sospecha que su adolescente está usando drogas, quizá debería acercarse a sus parientes o amigos para que le ayuden con el problema. Y aunque se le haga difícil, tal vez tenga que hablar con su ex para crear un plan consistente que establezca y ponga en rigor las reglas sobre el uso de las drogas.

Con firmeza y consideración hágale saber claramente que no tolerará el consumo de drogas o bebidas alcohólicas por parte de su adolescente. Identifique las consecuencias si lo hiciera.

A la mayoría de los padres les cuesta trabajo fijar y hacer cumplir reglas, pero esto le resulta aún más difícil a los padres solteros o divorciados que titubean al pensar en actuar de una forma que pueda desequilibrar la relación con su adolescente.

A estos padres tal vez les convenga compadecerse un poco del adolescente. Por ejemplo, podría decirle, ?Sé que es difícil que tenga que implantar estas reglas, pero sería un mal padre si no cuidase y protegiese tu seguridad?.

También recuerde que debe estar disponible en caso de que su adolescente necesite hablar sobre los problemas que le acarrean ajustarse al divorcio de sus padres. Mantenga una disciplina consistente en su hogar y trate de coordinar con la madre del niño para que las mismas reglas tengan vigencia en ambos hogares.

Imponga reglas claras sobre las horas en que debe estar de regreso a casa y siempre pregúntele a su adolescente con qué amigos se está juntando.

Preste mucha atención a los lugares en donde su adolescente pasa las horas después del colegio, especialmente si usted trabaja hasta tarde. Por último, continúe ayudando a su hijo a que desarrolle sus relaciones con otros familiares, tales como los abuelos, primos, tíos y tías, para que tenga otras personas además de usted que le sirvan de ejemplo positivo.

Consejos sobre el arte de pactar

Una de las mejores maneras de conseguir una relación saludable entre hijos y padres es llegar a pactos.

El pacto hay que entenderlo como un acuerdo entre las dos partes y realmente no es difícil llegar a pactar y enseñarles a los niños pactar.

En definitiva se pretende que el niño aprenda a responsabilizarse de una obligación y asumir una tarea por algo que acuerda previamente con su papá o mamá.

Deben aprender desde muy pequeños que existe una finalidad en todo lo que hacemos.

Hay veces sobre el arte de pactar, en que les dejamos plena libertad para que hagan lo que quieran sin ningún objetivo definido (siempre viene bien y es necesario que tengan tiempo libre para jugar), y otras deben ser conscientes de que hacen algunas actividades porque han llegado a acuerdos previos y responsables con los mayores.

Veamos algunos consejos sencillos de llevar a cabo:

Espere recibir del niño algo que usted necesite realmente, o que le sería de gran ayuda, y no aquello que a su hijo le guste hacer o cumplir de todos modos.

Evite los pactos a posteriori: "Ayer te llevé a casa de tu amiga, ahora deberías hacer algo por mí"

Esto hace que el niño se sienta culpable; no es un buen trato.

Obligue al niño a cumplir su parte del trato pronto y rápidamente. Los acuerdos contractuales a largo plazo se olvidan o se modifican. Los niños creerán que se han librado de cumplir su parte del trato y los padres tendrán la impresión de haber sido estafados.

Cuando el niño hace algo por el padre sin intentar llegar a un trato (a veces ocurre), hay que devolver el favor cuanto antes.

Hay que recordar a los niños los pactos a los que se han comprometido sin castigarles por no haber cumplido su parte. La consecuencia será la negativa del padre a hacer otro pacto en un breve espacio de tiempo. Limite su buena disposición a hacer favores a un niño que no los devuelve.

Orientaciones educativas entorno al ocio y tiempo libre

Introducción

Cada vez el ocio ocupa más tiempo en nuestras vidas. Nuestras sociedades desarrolladas se caracterizan entre otros rasgos porque cada vez disponemos de más tiempo libre, al contrario de una sociedad primitiva, donde la mayor parte del tiempo se tiene que dedicar al trabajo para poder obtener los recursos para la subsistencia.

Esta evolución de la sociedad que en sí misma es positiva, pero puede plantear algunos problemas: ¿qué hacer en el tiempo libre?,¿cómo aprovecharlo para que sea educativo?¿cómo superar el aburrimiento al que podemos estar abocados?, etc.

La cuestión es que la posibilidad de tener cada vez más tiempo libre, no sea algo que se vuelva contra nosotros, como le sucede a personas con el síndrome del fin de semana, que es paradójicamente cuando peor se encuentran. Tan malo es no tener nada de tiempo libre, lo que nos impide el justo descanso, el recuperarnos, como tener todo el tiempo libre del mundo y no saber qué hacer.

Orientaciones educativas

El ocio es el tiempo para hacer otras actividades distintas a las habituales.

Todos disponemos de un tiempo limitado para desarrollar el proyecto personal que somos cada uno. En la vida hay trayectos en los que tenemos una ocupación absorbente ya sea porque estudiamos o trabajamos, pero luego hay mucho tiempo intermedio en el que nos dedicamos a otras cosas para divertirnos, descansar...

Este tiempo intermedio es el del ocio. La idea que tenemos nosotros del ocio es no hacer nada, es "matar el tiempo", bastante lejos de la idea que tenían los griegos de ocio, para quienes estar ocioso, era dedicarse a actividades formativas de la mente y el espíritu, era cultivar lo mejor que tenemos las personas de sí mismos.

Este tiempo para otras cosas distintas a las habituales, lo tendremos que dedicar a otras actividades que desarrollen otros campos distintos de la persona y muy importantes: la amistad, la cultura, los hobbis, las aficiones?.

Por tanto, una idea que tienen que tener clara nuestros hijos, es que estar ocioso no es estar sin hacer nada, sino dedicarnos a otras actividades que nos gustan, nos lo hacen pasar bien, y además nos forman.

Buscar el equilibrio entre tiempo de trabajo y tiempo de descanso.

El ocio es un tiempo de recuperación personal para superar el cansancio o para no caer en el mismo cuando desempeñamos nuestra tarea diaria.

Hay que buscar un equilibrio entre tiempo de trabajo y tiempo de actividad, que no quiere decir que sea mitad de tiempo para uno y otro, sino que cada persona ha de saber el tiempo que necesita de descanso, de ocio para estar después en las condiciones adecuadas para el trabajo o estudio.

Esta distribución de tiempo entre trabajo y ocio depende también de diversos factores: la edad, el momento del curso académico, no es lo mismo estar a final de curso que a principio del mismo.

Es conveniente que cada persona sepa qué actividades son las que le producen mayor descanso y recuperación personal, tiene que conocer su propio perfil para actuar en coherencia con él.

Los padres han de ser conscientes que son el modelo y referente para sus hijos.

Gran parte de las conductas que se incorporan en un niño en el hogar es a través de la imitación que hacen los hijos a los padres. Hemos de ser muy conscientes de este mecanismo para no cometer errores educativos.

De ahí que los padres tienen que ir por delante en el aprovechamiento del tiempo libre, a qué se dedican, si lo hacen con aprovechamiento o si se quedan sin hacer nada frente al televisor, si tienen suficientes hobbies, si saben abrir nuevos campos de interés entre los que les rodean....

Por la imitación que hemos dicho de las conductas de los padres por los hijos, es frecuente que las aficiones de los padres, sean muy parecidas con las de los hijos, aunque hemos de respetar los propios intereses que tienen éstos.

Se ha de buscar el disfrutar juntos todos los miembros de la familia.

Hemos de tener en cuenta que la finalidad del aprovechamiento del tiempo de ocio es desarrollar otras habilidades secundarias de la persona que contribuyen a la formación integral de la misma, como pueden ser las habilidades físicas o manipulativas. Además de ellas, otro de los objetivos tiene que ser el fomentar el espíritu de unidad entre los miembros de la familia, y las actividades para el ocio son un medio extraordinario para ello. Cuando los miembros de un grupo hacen las mismas cosas, comparten las mismas vivencias y sienten parecido.

Hemos de tratar pues, que existan unos núcleos de intereses comunes en la familia, adaptados a los niveles de desarrollo de sus miembros. Esta tarea la tienen que empezar los padres desde cuando son muy pequeños los hijos, animándoles a la práctica de actividades, en las que los hermanos mayores ya están introducidos.

Una de las dificultades que surgen es los distintos intereses que tienen por distintas edades que tienen los hermanos. Cuando hay poca diferencia de edad entre los hermanos todos participan de las mismas actividades, pero a partir de la adolescencia los intereses pueden ser muy divergentes.

Implicar a los miembros de la familia en la preparación de las actividades.

El nivel de satisfacción que se obtiene en una actividad es directamente proporcional al nivel de implicación que la persona ha tenido en dicha actividad, como principio general.

En el tema que estamos hablando sucede lo mismo, hemos de tener en cuenta que con las actividades de ocio, tiempo libre, tratamos de descansar, divertirnos y completar nuestra formación.

Por ello, los padres tratarán de dar encargos, pedir opiniones, realizar gestiones, etc, en las actividades donde sea posible. Piénsese por ejemplo, en la actividad familiar de hacer una excursión dominical a una población, surgen los siguientes encargos y situaciones para tomar decisiones:

Lugar al que se va a ir

Propuestas de itinerarios para ir al sitio decidido

Información sobre sitios a visitar y qué se va a ver

Dónde almorzar

Preparación de materiales: fotografías, gorras, zapatos...

Conviene que los encargos sean en la medida de lo posible rotativos para que todos los hijos participen de lo que más y menos gusta en la preparación, siempre que lo permita la edad y características de los hijos.

La propuesta de actividades ha de ser variada y cíclica en lo posible.

Arriba hemos dicho que las actividades para el ocio han de completar la formación humana de los hijos. La persona tiene muy diversos ámbitos a desarrollar, y a todos ellos tiene que dar respuesta, por eso las actividades han de ser muy variadas. Con ello también se consigue captar el interés y que la motivación no decaiga en la realización, ya que lo que se trata es que terminen lo que empiecen, que pongan las últimas piedras a pesar de las dificultades que surgirán.

Decimos que han de ser cíclicas, en cuanto cada año o temporada se realizan los mismos grupos de actividades pero profundizando un poco más que el año anterior.

Se debe potenciar que cada miembro de la familia tenga un espectro amplio de hobbies y aficiones y hay que descubrir las aptitudes que tiene cada uno.

Algunas actividades para tiempo libre y ocio

Las propuestas que hacemos las clasificamos en varios grupos, sugerimos algunas, sin intención de agotarlas, solamente a título orientativo. Habrá que adaptarlas a las características de los miembros de la familia.

Actividades en la naturaleza

Senderismo

Excursiones al monte o sitios de interés ecológico

Acampadas

Actividades de bricolaje y restauración

Reparación de desperfectos en el hogar

Instalar nuevos utensilios o muebles

Realización de maquetas y aeromodelismo

Actividades de coleccionismo con sus múltiples posibilidades

Actividades de lectura

Actividades extraescolares

Yo voy a música... ¿y tú?

¿Cuántas veces hemos oído decir a un padre o una madre que los hijos tienen muchas actividades extraescolares, que no tienen tiempo para jugar, que están cansados, etc, etc.? Y no les falta razón, pero, en cambio, los hijos siguen asistiendo a multitud de actividades (judo, música, danza, idioma, ajedrez, tenis...) Además, para hacer más complicada la situación que viven, los hijos tienen deberes de clase diarios que hacer con lo que se les dificulta, aún más, sus posibilidades de desarrollarse con naturalidad.

En otro artículo de esta sección tratamos el problema de los deberes y cómo afrontarlos. Aquí reflexionaremos sobre le papel que juegan las actividades extraescolares en la vida diaria de las familias.

Volviendo a la idea con que empezabamos este escrito, hay una corriente de opinión en contra de tantas actividades paralelas a las escolares. Lo curioso del caso es que oyes corrientes de opinión de las mismas familias que están en contra de tantas actividades complementarias y deberes en casa. Pero la realidad es que se sigue actuando igual. Y esto es debido también a que a principio de curso existe una amplia oferta de actividades formativas a las que se puede asistir el niño y todas las familias quieren (igual que hacen las demás) que sus chicos reciban una formación que complete su educación. Total que volvemos a caer en la misma dinámica.

Y si nos damos cuenta, después de tanto esfuerzo, en tiempo y por otro lado económico, tanto del niño como de los padres entre ir y venir, resulta que el fracaso no ha disminuido sino más bien se ha mantenido o ha aumentado. ¿No será que atendemos más estas actividades formativas paralelas y dejamos de lado realmente las tareas propias de estudio? ¿Será que tendremos que dedicar más tiempo a estar con el chico y ayudar en resumir, esquematizar, repasar, preguntar...?, como hacíamos antiguamente.

Por tanto, estas ACTIVIDADES PARALELAS a las propias del centro educativo se ven:

a.- Unas veces como complementarias, es decir para completar algunas facetas de la enseñanza escolar;

b.- Otras como un estímulo al desarrollo del niño y favorecer su relación con otros;

c.- También se ven como una forma de llenar el tiempo libre y evitar que estén "enganchados" a la televisión o el ordenador;

d.- Se han convertido en "aparcadero" mientras los padres vuelven del trabajo;

e.- Sirven para invertir dinero y también tiempo ya que los padres tienen que hacer, en muchas ocasiones, de taxistas.

¿No será que los niños están desbordados con tanta actividad tanto escolar como extraescolar? ¿No será que los adultos están gestionando demasiado el tiempo de los niños?

ALVIN ROSENBERG, psicólogo y autor del libro "Niños agotados", advierte que en los últimos veinte años el constante aumento del tiempo dedicado a las actividades extraescolares va unido a un paralelo descenso del tiempo pasado con la familia.

Además viene a decir que el exceso de actividades puede provocar paradójicamente un déficit de creatividad en los niños: "Ya no saben divertirse solos y se aburren al cabo de un cuarto de hora si no se organiza nada para ellos". "Ser buenos padres ya no consiste en hablar con los hijos sino en pagarles una multitud de cursos extraescolares", lamenta BARBARA CARLSON.

Otra realidad que se produce es que las familias no saben bien qué es lo que hace el hijo en la actividad a la que se le ha apuntado. Se sabe que va a baile, música, idioma, etc., pero se desconoce exactamente quién le da clase, qué formación tiene, qué metodología aplica, qué tamaño real tiene el grupo al que asiste el chico (las academias o personas responsables de la actividad dicen que son grupos reducidos pero no es del todo cierto), qué materiales se utilizan y calidad de los mismos, cómo se encuentra el chico en la actividad: si participa, si está motivado, si pregunta, si se le resuelven sus dudas,...

Por último, respecto a este punto, hay que preguntarse si la actividad elegida es la correcta o no y hay que plantearse si los criterios de selección de la actividad es la adecuada: ¿nos basamos únicamente en los gustos del niño?, ¿consideramos lo que es mejor y más adecuado para el niño?, ¿tenemos claro los objetivos que pretendemos con las actividades extraescolares? Es necesario considerar las siguientes premisas:

Estas actividades deben sustituir horas de televisión o de sofá, nunca de convivencia familiar, deberes o juegos.

Los niños necesitan tiempo libre para jugar. No es bueno agobiarlos y sobreexigirlos con un horario copado de actividades desde que sale del colegio hasta que se acuesta.

La actividad extraescolar que se decida tiene que gustarle al niño y no a los padres: éstos sólo deben plantearle buenas alternativas para que él elija.

Hay que incentivar la responsabilidad y la perseverancia en lo que decidan hacer, lo que se inicia se termina y no se abandona a medio camino.

Por último, hay que considerar que cada niño es un mundo distinto y no por comodidad se puede pretender meterlos a todos en lo mismo. Hay que respetar los intereses de cada uno, porque lo que le viene bien a uno, tal vez no le gusta nada al otro.

¿Y qué hay de las CLASES PARTICULARES ? Ya saben, nos referimos a esas clases en las que se busca un apoyo para el chico (por no se sabe qué motivos: que los padres no pueden por falta de tiempo, que los padres no saben, que será mejor para que el chico adquiera más soltura, etc.) porque se observa que el hijo empieza a presentar dificultades, lagunas o como queramos llamarlo y se decide buscar a alguien que le pueda echar una mano. Y nos liamos a preguntar a familiares, amigos, ¿sabes de alguien que pueda...? ¿conoces algún chico responsable que...? Para no abusar de este recurso los padres deben saber que hay situaciones típicas en las que la colaboración de un profesor particular estaría justificada. MAGDALENA PULIDO nos apunta las siguientes:

1.Retraso notable en el aprendizaje de alguna materia por causas diversas, como no haber asistido a clases durante un período de tiempo amplio debido a enfermedad, incomprensión sucesiva de la materia del curso, etc.

2. Menor capacidad para el estudio en una materia determinada. Por ejemplo, hay alumnos que les va muy bien en todo, excepto en castellano.

3. Dificultad especial para el aprendizaje y perfeccionamiento de la lectura y escritura, debido a algún trastorno de aprendizaje como la dislexia.

4. Actitudes negativas hacia el estudio como la apatía habitual, flojera, indisciplina, desorden en la realización del trabajo.

5. Carencias de hábitos de trabajo o deficiencias importantes en el método de estudio.

6. Peleas continuas a causa de estos problemas, que desgastan la relación familiar y acaban con la paz del hogar.

Por supuesto que no es obligatorio recurrir a esta solución si se da alguna o algunas de las situaciones anteriores. También en el colegio pueden reaccionar a tiempo con una detección precoz. Pero si se llega a la decisión de buscar a alguien para dar clases de apoyo o particulares, es preciso tener en cuenta, como primera premisa, que la persona que busquemos debe ser un profesional con la que podremos encontrar todas las garantías de que el chico va a ser atendido de la mejor forma. Ya que si nos equivocamos existen los siguientes riesgos:

Facilitar excesivamente el trabajo de los hijos, por ejemplo, haciéndoles las tareas.

No adaptar la enseñanza a la situación de cada niño.

Limitarse a explicar los diferentes temas sin orientar al estudiante en las dificultades que encuentra.

No exigir estudio personal previo y posterior a cada clase particular.

No seguir el proceso de aprendizaje de cada alumno para observar qué progresos obtiene en relación con la situación de aprendizaje inicial.

Por tanto, para alcanzar los objetivos deseados es necesario estar en contacto directo y continuo con el profesor particular.

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